Maggie Diaz del Castillo nos comparte un rico testimonio tras dar una clase de yoga en en el penal de mujeres en Atlacholoaya:
Me fue muy bien en el penal de mujeres... Se me ocurrió mencionarles que los chinos dicen que hay que ser como el bambú, que siendo flexible, cuando llega la tormenta se dobla y al terminar la tormenta vuelve a su posición original y que los árboles rígidos se quiebran.
Una señora se acercó a mí después de la clase y me dijo que le había gustado eso. A veces es difícil saber si están realmente escuchando todo lo que se dice, pero al final me doy cuenta de que ponen mucha más atención de lo que una está acostumbrada. Me sorprende la apertura con la que reciben las clases; la actitud es de total confianza y reverencia.
Trato de escuchar todo lo que digo para no caer en contradicciones o decir cosas sin fundamento, pero he notado que el hecho de saberme escuchada hace que las palabras fluyan breves, concisas y claras.
Cuando termina la clase, siento como si se me hubiera dado mucho más de lo que yo creo traerles. Sé que les traje algo que les hace bien, porque puedo ver cómo cambian sus caras... pero el regalo que me dan es mucho más grande: romper los paradigmas de mi condicionamiento social.
Abrazote,
Maggie
Me fue muy bien en el penal de mujeres... Se me ocurrió mencionarles que los chinos dicen que hay que ser como el bambú, que siendo flexible, cuando llega la tormenta se dobla y al terminar la tormenta vuelve a su posición original y que los árboles rígidos se quiebran.
Una señora se acercó a mí después de la clase y me dijo que le había gustado eso. A veces es difícil saber si están realmente escuchando todo lo que se dice, pero al final me doy cuenta de que ponen mucha más atención de lo que una está acostumbrada. Me sorprende la apertura con la que reciben las clases; la actitud es de total confianza y reverencia.
Trato de escuchar todo lo que digo para no caer en contradicciones o decir cosas sin fundamento, pero he notado que el hecho de saberme escuchada hace que las palabras fluyan breves, concisas y claras.
Cuando termina la clase, siento como si se me hubiera dado mucho más de lo que yo creo traerles. Sé que les traje algo que les hace bien, porque puedo ver cómo cambian sus caras... pero el regalo que me dan es mucho más grande: romper los paradigmas de mi condicionamiento social.
Abrazote,
Maggie
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